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sábado, 28 de julio de 2012

Liu Song: El tenis de mesa, una pasión de multitudes



El tenis de mesa es casi propiedad exclusiva de los chinos. Por eso, AP envió a Londres a un estadounidense que vivió 13 años en el país asiático para cubrir la competencia de la pelotita saltarina. Avisa que un alemán les puede aguar la fiesta a los asi


A Steve Wade, la agencia Associated Press lo envió a Londres con un solo objetivo: cubrir la competencia de tenis de mesa. Me lo cuenta en excelente español, aunque a veces mezcla su inglés natal y termina haciéndose inentendible.
Viaja desde Buenos Aires, en el asiento a mi lado. Es pelado, fibroso, sus manos delatan sus 50 años y sus ojos transmiten una vida de nómade. “Mi jefe en la agencia casi que me obligó a venir a los Juegos”, me cuenta y se ríe. “Es que viví 13 años en China y cree que soy un experto en tenis de mesa”, agrega.
No es broma. El tenis de mesa es pasión de multitudes. Los más de 1.500.000.000 de chinos aman este deporte como ningún otro. “No hay plaza en China que no tenga mesas para jugar. Todo mundo le da a la pelotita”, recuerda Steve. Pero, ¿ha jugada alguna vez? “Sí, a veces lo hago, pero no soy un experto… Pero vamos, explícaselo a mi jefe que casi ‘me obligó’ a tomar el trabajo”, se queja risueño.
China, me jura, quiere las cuatro medallas de oro del tenis de mesa (dos singles en mujeres y hombres, y dos en dobles, también separados por género) como ninguna otra cosa en el planeta. “Deben ganar porque si no el gobierno de su país… Bueno, tú sabes”, describe. Le digo que no, que no sé qué pasa si no ganan. “Te imaginarás”, cierra.
El vuelo transcurre en una clase sobre experiencias periodísticas. Steve nació en Estados Unidos; vivió en Inglaterra, España, China, Japón y ahora, en Argentina. Va por sus cuartos Juegos Olímpicos, los que más curiosidad le han dado. “Quiero ver en acción a los tenistas chinas”, se entusiasma mirando por la ventanilla, como si hablara de dioses del Averno.
Agrego, para firmar su teoría, que el representante argentino también es chino. “Es que son todos chinos. Los de Estados Unidos son hijos de chinos, y así… Sólo un alemán, Timo Boll, podría derrotarlos, un tipo fachero que es ídolo en… ¡China!”, bromea mientras el comandante anuncia que llegamos, que es hora de bajar y prepararse para los Juegos

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